Estrategias para luchar contra el racismo 3.0

El racismo es una bestia que adopta determinados comportamientos de acuerdo a la región en la que malvive. En el Perú a diferencia de los Estados Unidos las prácticas racistas no se ejercen sobre una minoría sino sobre la mayoría de la población de ascendencia indígena y afro.  Otra diferencia fundamental entre el racismo anglosajón y el peruano es que el primero se ejerce sobre un otro desconocido. Los Trumps  tienen escasos contactos amicales o familiares con las minorías que sojuzgan a menos que sean sus subalternos. En el Perú, aunque los amigos del Panfleto no lo crean, el racismo más brutal es el que se practica en el seno de las mismas familias. Un amigo antropólogo peruano de papa alemán y mamá mestiza me contaba que cuando venía la familia de Alemania ocultaban a la abuelita que era una mujer indígena de polleras. Este punto hace del racismo que se práctica en los países de Hispanoamérica mucho más doloroso que el racismo anglosajón porque despreciamos y hacemos a un lado a nuestros familiares y amigos, y en la mayoría de los casos a nosotros mismos tratando de ocultar la “mancha” indígena o los rasgos afros que todos los que vivimos por estas tierras tenemos.

¿Cómo erradicar el racismo del Perú?

Una salida es primero entender la particularidad del racismo peruano. Aplicar la receta anglosajona de identificar por sus características raciales o culturales a un grupo y luego adoptar un sistema de cuotas de acceso a centros laborales y educativos, presentando indios o afros de muestra es algo que va tener una escasa repercusión, no olvidemos que en nuestro país son las mayorías las discriminadas.

Una salida más potente podría ser la que millones de peruanos han practicado sin ayuda del estado;  que es la cholificación. Los migrantes andinos hicieron a un lado las etiquetas y comenzaron a invadir espacios antes reservados para unos pocos. Hemos visto como en el Perú de los últimos años millones de peruanos han ocupado las grandes ciudades creando nuevos fenómenos culturales: la chicha, arquitectura emergente, tecnohuayno. Las universidades de elite han sido tomadas por una clase media de origen provinciano e inclusive los grupos de poder económico más importantes del Perú ya tienen entre sus apóstoles a representantes del interior del país: Huancarunas, Rodriguez, Añaños. No estamos buscando renacer el mestizaje propuesto por Víctor Andrés Belaúnde sino un mestizaje cholo que no tenga más vergüenza de difundir el componente andino y afro de su choledad. Los intelectuales y funcionarios del estado no tienen que inventar nada sino potenciar lo que millones de peruanos ya vienen practicando y darle mayor visibilidad a nuestra música, afiches y arquitectura chicha. La nueva culinaria: plato de los siete colores, aeropuertos, arroz con mango. Tenemos que aprender a dejar los purismos y no renegar de las increíbles mezclas y capacidad de combinar de forma creativa diversas expresiones culturales de la choledad power del siglo XXI. Estos nuevos peruanos están trazando el camino para salir del laberinto construido por las elites políticas y empresariales más corruptas y pusilánimes del continente.