La televisión peruana del siglo pasado tuvo la marca de un hombre que hizo del exceso su sello personal: Augusto Ferrando Chirichigno, su anatomía de luchador de sumo hacía que todo pareciera desbordarse en los sets de Panamericana Televisión, pero su manejo del timing le permitía mantener el control con el chiste preciso o anunciando el corte publicitario: Un comercial y regreso. Queda algo del legado de este hombre en la televisión actual o su recuerdo se irá diluyendo para solaz de sus múltiples detractores y nostalgia de los televidentes que sobrevivieron al Perú de los años 80.
Yo lo descubrí
La televisión de chicos realitys y ampays de famosos tuvo en Ferrando al megalodonte fundador de esta genealogía. Cuando su programa Trampolín a la fama dejo de emitirse, el humor en la pantalla chica fue invadido por los cómicos ambulantes una de sus creaciones más extremas, muchos de ellos hicieron sus pininos televisivos en Trampolín. Luego le sucedieron Laura Bozzo y Magaly Medina, esta última se hizo conocida en un programa de homenaje a Ferrando que resulto siendo un Fuego Cruzado al decano de la comicidad nacional. Un Augusto en el ocaso de su carrera, sin reflejos, fue vapuleado por la ponzoña de Magaly. Y las pruebas físicas con la presencia de espontáneos con sobrepeso del viejo Trampolín han sido retomados en la tv HD pero ahora con la participación de chicos fitness que exhiben además de su físico su vida privada.
Va para la peña

Pero donde esta presente con más fuerza el legado de Ferrando es en el mundo del marketing y la publicidad. Ferrando supo como nadie insertar las marcas en la vida cotidiana de la gente. Si escaseaba el agua en la Lima de los ochentas tenías nopucid para mantener a los chicos libres de bichos en la cabeza y para las alimañas que invadían tu cocina siempre estaba a la mano Kothrine. Si la hiperinflación no te permitía descansar bien, hazme caso primito como acomoda, comodoy . Y uno- podía parar la olla con arroz don lucho. 25 años después estás marcas todavía resuenan en la cabeza de los limeños de la generación X y de algunos millenials memoriosos. Ferrando era una máquina de fabricar frases que incrustaba en la vida cotidiana de la gente. Nadie hasta ahora ha podido igualarlo en eficacia, será como decían los poetas que el camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría; quién sabe. Ahora si ¡vámonos con Faucett!